Ablandar y moldear una masa de color, luego mezclarla con otras
y hacer pequeñas piezas hasta crear mundos de plastilina constituye una
actividad mucho más compleja e importante de lo que parece, pues contribuye
significativamente en el desarrollo de los niños, bien de forma libre o más
dirigida, bajo la supervisión y
dirección de los adultos.
Jugar con la plastilina conlleva muchos beneficios en el
aprendizaje infantil, como estimulador de la creatividad y de la motricidad
fina y aumento de la concentración. A la vez que anima a proponerse metas y
conseguirlas y ayuda a diferenciar e identificar.
Esta semana en el aula de 5 años
(con ayuda de Sandra, maestra en prácticas) hemos fabricado nuestra
propia plastilina casera, que es más blanda y menos tóxica,
ya que está hecha 100% con ingredientes comestibles.
Se prepara con harina y agua, se amasa un poco hasta que tenga
una buena consistencia, para que no se les pegue en las manos, y luego se le
echa un poquito de colorante comestible y unas gotas de aceite.
Han hecho cosas para el proyecto "Me gusta donde vivo" como la bola del mundo, volcanes, puentes... ¿Los veis?
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